José María Arguedas es el gran escritor cuya vigencia en la actualidad es ineludible. Pero a la vez, fue, un docente innovador de la práctica educativa. Este enunciado inicial y manido me sirve para desarrollar algunas ideas sobre el trabajo educativo del gran novelista peruano. Una educación sustentada en el desarrollo de la etnología que fue una constante en su trabajo como antropólogo. Pero el interés de nuestro trabajo no desea ver ese lado sino al Arguedas interesado en la práctica y recopilación de la vasta tradición oral peruana: Discursos que van desde muestras testimoniales del arte popular (alusión en artículos a la cerámica, vestimentas, fiestas, instrumentos, etc.) canciones y trabajos sobre wuaynos, carnavales, interpretes, etc.) O a las expresiones cuturalistas ligadas a la religión, el rito y a la literatura oral propiamente dicha (cuentos folclóricos, mitos, leyendas, lírica, etc.). Obviamente tampoco pretendemos agotar el tema sino entender en lo posible la relación de una labor importante del José María Arguedas interesado en el rescate de la etnoliteratura desde su postura de maestro.
La relación de la educación con la etnoliteratura en Arguedas es un signo de rescate permanente del imaginario cultural andino. Acaso, Arguedas ha construido la imagen del sujeto que posibilitó la “traducibilidad” del espacio andino en todas sus manifestaciones. Así como también en la aplicabilidad de las diversas categorías que estas poseen. Para ello Arguedas incide en su experiencia docente y monitorea a sus discípulos hasta lograr con ellos un registro no sólo de creaciones individuales sino del rescate de la memoria cultural de los pueblos andinos (léase por ejemplo el folleto "Pumacahua", 1940 que es un documento de esa práctica de acopio y creatividad de sus alumnos; resaltan en sus 32 páginas canciones populares, cuentos, poemas, fiestas y costumbres del Cusco. No hay que olvidar que esta experiencia fue realizada en el Colegio Nacional Mateo Pumacahua de Sicuani, donde laboró Arguedas).
Y lo que llama la atención es como, el propio Arguedas organiza, desarrolla y muestra un trabajo final utilizando una didáctica centrada en la construcción de un conocimiento de “la intimidad espiritual del pueblo” no sólo es un despertar de una creatividad de los alumnos sino una identificación con el contexto en la cual se gesta este documento. Una prueba mucho mayor y a nivel personal se puede leer en diversos trabajos realizados por Arguedas como por ejemplo en: Canto Keshwa, 1938 (21 canciones folklóricas de la zona de Ayacucho) en Canciones y cuentos del pueblo quechua, 1949 (28 canciones, 9 cantos de trilla y 9 cuentos hermosos en donde resalta: El torito de la piel brillante, la amante de la culebra, el joven que subió al cielo, el jefe del pueblo y el demonio, la amante del cóndor, el negociante de harina, Isicha Puytu. O en el libro colectivo editado junto a Francisco Izquierdo Ríos bajo el título de Mitos, leyendas y cuentos peruanos, 1947, 1970 (contiene 2 mitos, 51 leyendas y 10 cuentos de la sierra, 16 leyendas y 22 cuentos de la selva y 20 leyendas de la costa. Un trabajo de recopilación de la vasta tradición oral realizada por alumnos en su mayoría del Colegio Miguel Grau de Magdalena. Etc. En estos trabajos no sólo hallamos la intención de un etnólogo que recopila diversas expresiones literarias sino otras que reciben el nombre genérico de folklore.
Arguedas ensaya una práctica importante dentro de la etnoliteratura registrar todo lo reconocible como estatuto quechua- andino, y con ello lograr un sentido hermeneútico que debe conducir a un saber apoyado en lo que Arguedas llamó el método cultural. Validar el idioma y dentro de ella expresar la intimidad de nuestra cultura hoy mestiza e hirviente.
El rostro poliforme del Arguedas: Antropólogo, etnólogo, educador, escritor, poeta, acaso se conjugan para crear un trabajo que totaliza dentro de su hetereogenidad las diversas caras de una cultura peruana de resistencia. Donde se nota con mayor claridad éste hecho es en esa preocupación de tratar por todos los medios de “mostrar” la vasta tradición cultural que corresponde muchas veces a la llamada tradición oral que adquiere una sistematización mediante la etnoliteratura. José María Arguedas desde su posición de maestro ejerce esa práctica de manera constante y consciente. Como se dijo al comenzar no sólo inaugura las prácticas etnoliterarias sino que además éste hecho le sirve para realizar un importante magisterio. Puede leerse por ejemplo: Nosotros los maestros. Editorial Horizonte, 1986. (presentación y selección de Wilfredo Kapsoli) donde Arguedas da noticia de experiencias singulares e incluso diseña una teorética educativa (llámese: didáctica, metodología, enseñanza, juicio de valor, etc.) que lo lleva a logros de un aprendizaje significativo en el plano de la literatura oral peruana.En tal sentido Arguedas es categórico en su labor de maestro y dice que la:
“. Educación no se resuelve mediante un método sino mediante el conocimiento de la cultura, de las costumbres de cada pueblo, por que somos un país muy mezclado, un país mestizo en cuanto a creencias, en cuanto a concepciones morales, políticas; en fin, somos un país que todavía no ha acabado de definirse.”
Se nota la lucidez de Arguedas y ahí radica la esencia de su permanencia no sólo como escritor sino como maestro. Hay que conocer la cultura de un pueblo en su totalidad, organizar un conocimiento integral de sus prácticas discursivas. Acaso, sistematizar el estudio de las “literaturas regionales” enfrentando centro y periferia no como síntoma de diferencia de culturas sino en la posibilidad de integrarlas y conocer mejor nuestra identidad cultural.Hablamos de reconocer y mostrar discursos representativos de diversas regiones Antonio Cornejo Polar nombraba un Sistema de las llamadas literaturas étnicas, pero no llegó a definirlas con claridad.
Por eso, es urgente la revaloración y conocimiento de expresiones regionales de literatura. Existen en provincias centros importantes de cultura. Lima ya no es el Perú, ni el jirón de la Unión es el Palace Concert existe el jirón Gamarra y el Muelle pub. Ya no, más centralismo cultural los núcleos regionales de literatura están mostrándose. Cuesta cambiar de mirada, pero hay que hacerlo antes de quedarnos ciegos. En este aspecto se plantea para el plano educativo la posibilidad de hablar de un curriculum variado y flexible entendido instrumento de cambio. José María Arguedas muestra esos pasos iniciales al recuperar nuestra memoria colectiva, mediante el rescate del mito, la leyenda, la música popular, la canción, etc.
Continúa leyendo más aquí (fuente: Raúl Jurado Párraga)
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